"El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres y proclamar libertad a los cautivos." -Lc. 4:18
Nuestra comunidad de Fe y yo, Padre Francis Bijoy, estamos encantados de que usted y su familia hayan escogido a la Parroquia de San Francisco Xavier como su lugar para alabar a Dios. San Francisco Javier, S.J. (Sociedad de los Padres Jesuitas) mostró un gran celo por el trabajo misionero, y como él, nos esforzamos en seguir los pasos de un gran predicador y evangelizador para los paises de Asia.
¡Le damos la más cordial bienvenida como si usted mismo fuera Cristo! Ya sea que nos esté visitando o sea miembro, esperamos que encuentre a Cristo entre nosotros, entre nuestros hermanos y hermanas en la fe y confíamos que la palabra de Dios mueva su corazón y sea llamado a actuar para mayor gloria de Dios.
Como miembros de Iglesia Catolica Romana de San Francisco Xavier, somos una comunidad multicultural guiada por el Espiritu Santo y la Iglesia Católica. Nuestra familia de fe vive una vida centrada en Cristo para enriquecer nuestro mundo atravez de los sacramentos, alabanzas, servicio y hospitalidad.
Siga la vida y eventos parroquiales en nuestra Pagina de Facebook de San Francisco Xavier.
La liturgia de este domingo nos desafía a dejar de lado nuestra vieja lógica retributiva del “ojo por ojo, diente por diente”, nuestros cálculos de más y menos para clasificar a nuestros hermanos y sus acciones, y a sustituir todo esto por la lógica del amor. Sólo así seremos verdaderamente hijos de nuestro Padre que está en los cielos.
La primera lectura nos presenta a David, el hombre de corazón magnánimo. Teniendo la posibilidad de eliminar a Saúl, el enemigo que lo perseguía para matarlo, David decidió no levantar la mano contra el “ungido del Señor”. David creía que la vida pertenece a Dios; y sólo Dios tiene el derecho de quitarle la vida a alguien.
En la segunda lectura, Paulo de Tarso nos invita a afrontar la muerte física como el paso a una vida nueva, al lado de Dios, donde seguiremos siendo nosotros mismos, pero sin los límites que nos impone la materialidad de nuestro cuerpo. Estamos destinados a la comunión con Dios, a sentarnos todos a la mesa del Padre. Si este es nuestro destino final, ¿tiene sentido que odiemos a nuestros hermanos mientras caminamos por la tierra, camino a la casa del Padre?
En el Evangelio Jesús define los rasgos fundamentales de la identidad de un verdadero discípulo. Según Jesús, el “amor” –amor libre, incondicional, ilimitado y sin fronteras– está en el centro de esta identidad. La gran razón por la que Jesús invita a sus discípulos a perdonar, a amar a sus enemigos, a orar por los violentos y los malos, es el hecho de que son hijos de un Dios que es amor. Los hijos de Dios están llamados a mostrar al mundo, con su modo de vivir y de amar, la bondad, la ternura y la misericordia de Dios.
Powered by Our Sunday Visitor