"El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres y proclamar libertad a los cautivos." -Lc. 4:18
Nuestra comunidad de Fe y yo, Padre Francis Bijoy, estamos encantados de que usted y su familia hayan escogido a la Parroquia de San Francisco Xavier como su lugar para alabar a Dios. San Francisco Javier, S.J. (Sociedad de los Padres Jesuitas) mostró un gran celo por el trabajo misionero, y como él, nos esforzamos en seguir los pasos de un gran predicador y evangelizador para los paises de Asia.
¡Le damos la más cordial bienvenida como si usted mismo fuera Cristo! Ya sea que nos esté visitando o sea miembro, esperamos que encuentre a Cristo entre nosotros, entre nuestros hermanos y hermanas en la fe y confíamos que la palabra de Dios mueva su corazón y sea llamado a actuar para mayor gloria de Dios.
Como miembros de Iglesia Catolica Romana de San Francisco Xavier, somos una comunidad multicultural guiada por el Espiritu Santo y la Iglesia Católica. Nuestra familia de fe vive una vida centrada en Cristo para enriquecer nuestro mundo atravez de los sacramentos, alabanzas, servicio y hospitalidad.
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La Palabra de Dios que la liturgia nos propone en este segundo domingo del tiempo ordinario utiliza la metáfora del “matrimonio” para describir la relación de amor y comunión entre Dios y su Pueblo. Incluye una invitación vehemente a entrar en esta historia de amor que Dios está dispuesto a construir con nosotros.
En la primera lectura, un profeta anónimo le habla a Jerusalén –la triste y arruinada ciudad que las tropas babilónicas destruyeron e incendiaron– y le asegura que Dios la ama con un amor infinito. El amor de Dios regenerará a Jerusalén, recreándola y transformándola en una “novia” encantadora y resplandeciente. Iluminada por el amor, la ciudad-esposa de Dios llenará de orgullo y alegría el corazón de su marido.
En la segunda lectura, Pablo recuerda a los cristianos de Corinto que los “carismas”, como signos del amor de Dios, están destinados al bien de todos. No pueden ser utilizados exclusivamente por unos pocos ni pueden ser un factor de división y tensión comunitaria. En la participación comunitaria de los dones de Dios se manifiesta el amor que une al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
En el Evangelio, Jesús, en el marco de la fiesta de bodas de una joven pareja de Caná de Galilea, presenta el programa que se propone realizar: llevar el “buen vino”, el “vino” de la alegría y del amor, a la relación entre Dios y los hombres. De la acción de Jesús –de sus palabras, de sus gestos, de su amor hasta el extremo– nacerá la comunidad de la nueva “alianza”, la comunidad que vive en el amor de Dios y está dispuesta a dar testimonio de ese amor en la vida. mundo.
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